Sobre las dudas que me «asaltan»

Ya próximo a convertirme en el dueño de mi vida, y en el hacedor de las decisiones más importantes que determinen mi rumbo, me detiene el pensar sobre si ya estoy preparado para dar el salto al vacío. Sobre si ya soy suficientemente maduro para tomar la vida por los cuernos en vez de que la vida me embista sin vacilar, como lo hace con los otros. Pensar si los más cercanos a mi me están tendiendo una trampa y se quieren aprovechar de mi sacrificio, o puedo confiar ciegamente y a plenitud en que me tenderán la mano cuando llegue el momento, o simplemente, no dejarán pasar los favores recibidos como un acontecimiento más.

Todo eso que al parecer es bastante complejo, se resume a un solo problema general: el dinero. Y cómo me veo usándolo. Vuelve y juega.

Tal vez es mi capacidad para verme en distintos escenarios lo que me ocasiona problemas ahora, tal vez el pensar en el futuro me impide ver mi presente. Pero hay varios escenarios que me aterran, que me hacen pensarlo dos veces antes de tomar una decision de tal magnitud.

Yo me precio de ser una persona que sabe manejar bien el salario que me gano, y me logro desenvolver con facilidad. En un país donde todos viven debiéndole a otro, yo me sostengo solo, y gasto lo necesario. Y le agradezco a mi mamá por haberme instruido así. Pero por esa condición única, me siento amenazado por aquellos que fueron instruidos diferente, o aquellos quienes no fueron instruídos en absoluto. Que no utilizan sus recursos como yo, sino que los despilfarran cuando los tienen, y luego sufren y hacen sufrir a otros cuando no los tienen. Tal como en la fábula de la cigarra y la hormiga. Lo que nunca enseñó esa fábula es si la hormiga compartió al fin lo que con arduo sacrificio cosechó en el verano con la cigarra, que malgastó su tiempo, o simplemente la dejó morir en la interperie. Más aún cuando es difícil enseñarle a la cigarra a no despilfarrar. Porque aquí, en Colombia más que todo, la gente es hincha del «dios proveerá», sin fijarse siquiera que el que provee no es dios, sino el sacrificio de sus semejantes.

Puedo verme en los dos escenarios posibles que vería la hormiga: uno en el que mantiene a la cigarra y trabaja todos los dias no solo por sí misma, sino por ella también, que a pesar de que tiene toda la capacidad para trabajar a la par y hasta mejor que ella, prefiere no hacerlo y perder su tiempo y esfuerzo en otras cosas, o incluso trabaje, pero no ahorre para las «vacas flacas», porque ya tiene la seguridad que le brinda la hormiga. El otro escenario, en el que la hormiga trabaja para sí misma, y se queda completamente sola porque no fue capaz de encontrar a otra que trabaje con ella y compartan a plenitud de su abundancia.

Me da asco pensar en el daño tan incalculable que nos está haciendo esta sociedad corrompida por el dinero. En la que tenemos que condicionar el amor por la falta de esfuerzo. Tener que aguantar el menosprecio de la gente cuando uno no presta plata y le dicen a uno tacaño y mal amigo, cuando uno sabe que si está necesitando, es precisamente porque no fue capaz de ahorrar y preveer esta situación.  Tener que alejarse de las personas más cercanas por querer enseñarles lo que lo ha mantenido a uno firme en este capitalismo salvaje. Todo lo que hagamos ahora, tiene una repercusión futura. Y por andar preocupado por el futuro, no solo mío sino de aquellos que quiero más, me siento alienado por ellos mismos justo ahora.

Si me preocupo por el futuro, en ese futuro estaré solo. Si me preocupo por el futuro después, seré muy querido y aceptado, a costa de haberlo dado todo. Y tal vez, sólo tal vez, esos a quienes ayudé, no me puedan ayudar, no porque no quieran, sino porque los acostumbré a que dependieran de mi.

O tal vez sea yo el equivocado y debería pensar, como los otros, que dentro del «catálogo cósmico de sucesos» hay algo reservado para mí y lo único que tengo que hacer es sentarme a esperar.

Published in: on agosto 25, 2011 at 4:56 pm  Comments (1)